PRÓXIMAMENTE
La naturaleza humana es una relación entre especies. En este ensayo, el concepto de especies acompañantes de Haraway nos lleva más allá de los compañeros familiares, a la rica diversidad ecológica sin la cual los humanos no pueden sobrevivir. Siguiendo a los hongos, nos adentramos en los últimos diez mil años de la historia de la perturbación humana con la compañía multiespecie feminista. Los cereales domestican a los humanos. Las plantaciones nos dan la subespecie que llamamos raza. El hogar acordona el amor inter e intraespecífico. Pero la recolección de hongos nos lleva a otro lugar, a los bordes y costuras rebeldes del espacio imperial, donde no podemos ignorar las interdependencias entre especies que nos dan vida en la tierra. Hay grandes historias que contar aquí, y no deberían dejarse en manos de los triunfalistas humanos que controlan el campo. Este ensayo abre una puerta a los paisajes multiespecies como protagonistas de las historias del mundo.
La dominación, la domesticación y el amor están profundamente enredados. El hogar es el lugar donde las dependencias dentro de y entre las especies alcanzan su punto más sofocante. A pesar de todo el placer que eso supone, quizá no sea la mejor idea para la vida multiespecífica en la Tierra. Considera, en cambio, la abundante diversidad de los márgenes en los costados de las carreteras. Considera las setas. Este ensayo está en deuda con Donna Haraway no sólo por el concepto de "especies acompañantes", sino también por el permiso que nos ofrece a todos para ser a la vez científicos y críticos culturales, es decir, para rechazar las fronteras que separan la naturaleza de la cultura y, además, para atreverse a contar la historia del mundo en una sola frase, o ciertamente, en un breve ensayo (1). Con este espíritu, mi ensayo comienza con la experiencia y la biología de las especies acompañantes antes de pasar a la historia de la domesticación, la conquista europea y los potenciales política y biológicamente diversos de las costuras del capitalismo global. Estos materiales presentan un argumento fúngico contra un ideal demasiado ávido de domesticación, al menos de las mujeres y de las plantas.